[Misión] Cultivando en el invernadero

Las temperaturas del gélido desierto helado últimamente habían estado más bajas de lo normal. El viento soplaba más arduamente y las vegetaciones que normalmente eran de un verde un tanto brillante, estaban cubiertas casi completamente por la escarcha que se creaba por éstos vientos que congelaban hasta la más pequeña célula de las plantas. Hisoka se encontraba caminando en las praderas, recordando su niñez, aquellos días de arduo entrenamiento que se le hacían muy lejanos. ¿Pero por qué sentía que tanto tiempo había pasado?, no lo sabía, pero era un sentimiento que se mantenía vivo dentro de él y de vez en cuando lo mantenía melancólico. Recordaba con mucha alegría  -que en momentos se transformaba en una profunda tristeza-  a su maestro que le enseñó casi todo lo que él sabía, Kobu. ¿Que habría sido de él sin él?, así mismo, también se preguntaba cuál era el paradero de él. No lo sabía, pero de lo que si estaba seguro era de que su maestro estaba vivo, pues en su clan de vez en cuando lo mencionaban, sin embargo no daban ninguna información de en dónde se encontraba ya que era completamente un nómada, yendo de un lugar a otro haciendo misiones como el buen Héroe que era. Tras un rato de recorrer las praderas decidió regresar a casa y descansar un rato para después de un pequeño descanso salir a las calles de su Clan para ver que encontraba de nuevo.

El frío arrasaba con sus mejillas pálidas que parecían estar completamente blancas, la ropa y su pelo se movían al mismo compás del viento y con cada paso que daba sentía como el frío penetraba su cara, en especial sus ojos. Poco tiempo pasó para que un Guerrero del clan se hiciera presente delante del joven para darle una información. -Eh, hola... Hisoka, ¿verdad?-. Tras la interrogante del joven Guerrero, que no medía más que Hisoka  -y por lo que quizás se mostró un poco tímido-  el chico asintió. -Vale, tengo información importante que dar. Debido a las grandes temperaturas necesitamos ayuda de la mayoría de los aprendices que podamos juntar para realizar las tareas de invernadero, las cuáles básicamente consisten en ayudar a los cultivadores a sembrar-. Después de ésta rápida explicación, el piel-pálida asintió de nuevo. -Ya veo, ¿a dónde tengo que dirigirme?-. Preguntó muy curioso. Tras ésto el Guerrero lo llevó a las afueras del clan a unos pocos minutos de ahí. Al llegar notó como ya habían varias personas ahí listas para trabajar, por lo que se alistó y también se mentalizó para terminar tan sucio como un topo.

Hisoka tras prepararse, escuchó con atención a sus superiores, los cuales les les dieron órdenes, las cuáles eran básicamente decirles cómo sembrar y qué hacer y que no hacer, además de explicarles lo que era un invernadero, pues al ser una tecnología nueva en el clan, debían de explicarles lo que ésto era y por supuesto, como funcionaba. -Bien, ahora comiencen-. Ordenó una voz ronca a la que todos los aprendices  -que no eran más de unos tres-  hicieron caso. Empezaron tomando las palas que ahí se encontraban para inmediatamente después cavar hoyos en las macetas de color café y negro que se encontraban ahí. Comenzaron haciéndolo un poco mal, pero después de que los cultivadores les dieran consejos de como hacerlo mejor lo hicieron más rápido y con resultados más efectivos.
Los hoyos no eran tan profundos, pero si no eran cavados con una buena precisión entonces la semilla no sería capaz de germinar bien, según lo que los cultivadoras habían dicho. -He terminado de cavar, ¿ahora debo colocar las semillas?-. Preguntó y esperó para una respuesta correcta por parte de su superior. -Así es, verás, no están difícil, sólo que es un poco extenso-. Respondió. -Es decir, apenas haz cavado unos cuantos hoyos y estás apunto de ponerle las semillas para después cubrirlos, pero faltan varias decenas de macetas más que te toca cubrir-. Continuó mientras movía sus manos para hacer énfasis en sus palabras. -No suena tan mal, creo que he hecho tareas más pesadas-. Dijo para después ir por suficientes semillas para colocarlas adentro de las macetas. Tras acabar con esas cuantas macetas, fue a otra hilera de las mismas que necesitaban ser cavadas e hizo el mismo procedimiento, cavarlas, ir por semillas, ponerlas y cubrirlas con la tierra. Ahí fue cuando se puso a pensar cómo era que el invernadero funcionaba más a profundidad. Al parecer éste lugar, ayudado del plástico, acogía la radiación solar y hacía que el 'cuarto' calentara a los objetos que se encontraban en el mismo. Jamás se había puesto a pensar que algo tan simple como ésto les podría ayudar a tener más cultivos. Regresó de nuevo a su realidad y continuó con su trabajo. Realizo dos hileras más, y una extra, ya que vio que un compañero suyo ya se había cansado y por lo mismo no podía continuar con si trabajo. -Uhmm... creo que me debes un favor-. Comentó mientras esbozaba una leve sonrisa y proseguía cavando. Finalmente terminó todo su trabajo y vio como todo el Invernadero tenía muchas hileras de macetas con semillas dentro listas para germinar en una semana. Todo ésto les tomó cerca de tres horas a sus compañeros y a él, y por supuesto también a sus superiores que los estaban supervisando y que les resolvían cualquier duda que les surgía. A Hisoka le agradaba la idea de ver como su esfuerzo en unos cuantos meses iba a tener grandes frutos, que le beneficiará a él y a su aldea.